Sonidos Sanadores



Cuando uno ofrece su comida pronunciando los mantras (oraciones sagradas) respectivos y agradece al Señor por mantenernos, se crea una hermosa atmósfera que sana nuestra existencia. El profesor japonés Maseru Emoto realizó un experimento tomando fotografías de los cristales de agua expuestos al sonido de palabras con amor, bondad y perdón; y de cristales de agua expuestos a palabras con odio, terror y crueldad. Las fotos de estos cristales congelados son sorprendentes, los cristales de las palabras ásperas u ofensivas parecían monstruos, mientras que las de palabras agradables parecían diamantes preciosos. Esto cobra relevancia para nosotros cuando recordamos que el cuerpo humano esta formado en un 90 % por agua. Y que cada una de nuestras celulares tiene toda la información de nuestra composición. Los sonidos que pronunciamos y la actitud que tomamos al ofrecer los alimentos cargan informaciones que se impregnan en cada átomo y que, desde luego, se reflejan en nuestro desarrollo.

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